miércoles, 1 de noviembre de 2017


    Pasadas ya casi dos semanas de la celebración del Congreso de Mérida y después de haber leído diversas valoraciones de profesionales que allí estuvieron, quiero dejar la mía propia tomando como referencia el título de la canción de Soledad Jiménez, que tan magistralmente nos amenizó en el Anfiteatro Romano.
         Han sido diferentes las miradas y relatos realizados por compañer@s de la blogoTSfera ( ver) que para quien no haya estado, creo que ofrecen una variada y enriquecedora visión de los allí ocurrido y sus contenidos. Por eso no me voy a detener en el relato de las ponencias y comunicaciones a las que pude asistir (no todas las que hubiera querido por el “overbooking” existente en muchas de ellas) porque creo que han quedado ampliamente documentadas en  las entradas realizadas por l@s compañer@s.
         “Cómo hemos cambiado”. Cuando oía a Sole Jiménez cantarnos esta canción miraba a mí alrededor y efectivamente veía lo que hemos cambiado. No es habitual hacer la inauguración de un congreso en un anfiteatro romano (gran acierto de la organización). Y una que se pone a elucubrar y se remonta a épocas pasadas en ese escenario, le viene a la mente el motivo por el que se reunían los romanos allí, esperando ver la lucha entre gladiadores y fieras. Me detengo en el público y escenario actual y veo que aunque algunas fierecillas y  gladiadores nos encontramos en esta profesión, nuestra lucha viene por otros derroteros. Son más bien las piedras de ese anfiteatro, que han dado constancia,  solidez y permanencia en el tiempo, las  que se asemejan con la  perseverancia de nuestro trabajo.
         “Cómo hemos cambiado”. Cambian escenografías, formas de comunicarnos (las redes sociales acercan la información al segundo), varían las experiencias y  surgen nuevas iniciativas de emprendedores/as en trabajo social que han permitido desencorsertar la profesión, sacarla de inflexibilidades y darle un nuevos aires a rígidas estructuras ( enhorabuena a tod@s los que estáis en ello ).
         “Cómo hemos cambiado”. Cambian formas (bienvenidas) pero no cambia el fondo. En trabajo social lo esencial está dicho. Se puede expresar de muchas y variadas maneras, con muchas y diversas experiencias y desde múltiples visiones y lugares (como hemos podido comprobar en este encuentro con colegas de otros países) pero lo esencial no cambia.

        Y lo esencial pasa por la herencia que nos han dejado esas pioneras que nos fotografían en la “alfombrilla/regalo”.Acertada combinación  de sus imágenes como  soporte de apoyo de nuestro ratón informático y ver cómo el  pasado sirve de  sustento al avance presente.
         En trabajo social lo esencial pasa sobre todo  por nosotros mismos y se hace visible como expresó Teresa Matus en su ponencia inagural si “somos capaces de empoderarnos, transformarnos como profesionales para poder empoderar y transformar a las personas”. Totalmente de acuerdo. Sin empoderamiento es imposible “innovar, destruir para construir e incluir sin excluir”, como nos recordó en su alegato final. No es trabajo social estático y encorsetado,  que no detecta “los puntos ciegos” en la intervención, el  que nos han trasmitido sus pioneras.
         Muchas cosas han cambiado. De ahí el lema “construir comunidades sostenibles” que nos llevó a este congreso. Diferentes exposiciones y  experiencias que allí pudimos escuchar y compartir  nos han permitido vislumbrar la necesidad de cambios en el hacer profesional, pero también otras muchas  han dejado patente que “no todo ha cambiado” y que  se diga cómo se diga, lo esencial se perpetúa.

MAREA NARANJA

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